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jueves, 1 de julio de 2010

Dia 5: CENTRO DE REHABILITACION DE ORANGUTANES

Este centro se encarga de recoger orangutanes huérfanos, abandonados o en mal estado, y de recuperar los que las familias tienen como animal de compañía, porqué en realidad está prohibido tenerlos como animal doméstico. Una vez recogidos y después de tenerlos en cuarentena para que en caso de tener alguna enfermedad no contagien a los demás, los llevan a un campamento dividido por niveles que van desde cuidar a los mas pequeños como si fuéramos sus madres, hasta enseñar a trepar a los árboles, diferenciar frutas y plantas comestibles de las que son venenosas. Todo lo necesario para conseguir que el orangután sea capaz de volver a hacer una vida normal y solitaria en la selva.

Una vez cruzado el río nos llevaron al edificio principal y único donde no nos dejaron entrar por no tener el permiso hasta que el amigo de los chicos del hotel llego y dijo que todo estaba OK. Nos metieron en una sala donde nos pusieron una proyección sobre el centro desde sus comienzos.





Cuando terminamos uno de los guías nos invito a seguirle, llevamos unos cubos con leche y otros con bananas y nos adentramos unos 300 metros en la jungla hasta llegar a unas plataformas de madera entre los árboles. Aquí es donde los cuidadores llaman a los orangutanes en la última fase de la recuperación: Una vez liberados en la selva, se les llama dos veces al día y se les da plátanos y leche para completar la dieta que ellos solos hayan podido comer durante el día.



El cuidador subió a la plataforma y con una piedra empezó a golpear el tronco de uno de los árboles y a llamar a los simios por su nombre. Nosotros estábamos sentados a una distancia prudencial ya que el contacto con ellos esta prohibido porqué cogen nuestras enfermedades con mucha facilidad y son fatales para ellos.



Los 3 estábamos en silencio...escuchando cualquier sonido, cuando de repente las ramas de los árboles empezaron a crujir y a caer al suelo, miramos a las copas de los árboles y a lo lejos, entre el verde de las hojas pudimos distinguir una silueta pelirroja de grandes brazos. Nos quedamos con la boca abierta sin saber que hacer ni que decir, disfrutando del momento. Entonces rápidamente bajó hasta una altura próxima a nosotros y alargó la mano para coger los plátanos y el tazón de leche que el cuidador le ofrecía.



Estábamos tan emocionados viendo como el orangután en semi libertad comía a 4 metros de nosotros que no si quiera vimos como un adulto bastante grande bajaba por el árbol donde justamente estábamos nosotros. Al verlo tan cerca el corazón casi se me sale del pecho. Bajó al suelo y pasó rozándonos y justo al estar delante nuestro se giró y se nos quedó mirando fijamente.

Yo no he vivido demasiadas experiencias, pero puedo decir que un orangután salvaje mirándote a los ojos a 1 metro de distancia es una imagen que quedará grabada en mi mente para siempre. Tiene una cara tan expresiva y unos ojos tan profundos que parecen casi humanos, y sientes lo cerca que están de nosotros.





Al final llegaron a bajar un total 5 de ellos, y tal como aparecían, se desvanecían otra vez entre la maleza. Valió la pena, es una gran experiencia y fácil de conseguir.



Al terminar me quedé hablando con el chico que los alimenta sobre ellos, y al ver que mostraba interés me ofreció ayudarle con ellos e ir de expedición a la selva para ver los que ya se rehabilitaron. Por supuesto acepté.

1 comentario:

  1. Que envidia!! Ojalá algún día pudiera experimentarlo por mi misma...

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Comentarios: